En esta Poesía no completa de Wislawa Szymborska se refleja la búsqueda de la propia voz, no sólo de la misma autora, sino de un país entero, Polonia, que estuvo a punto de perder su lengua y sus raíces, obligado a pensar en alemán y a hablar en ruso. A través de un vedado humor y de una gran valentía, estos poemas dan la vuelta de tuerca a la desazón del siglo XX y nos presentan un espíritu creativo que va más alla de fronteras, expresiones e idiomas. Si bien el siglo XX será recordado por sus atrocidades y tensiones, también lo será por la luz de la resistencia, de la inteligencia, que en la poesía ha sabido alumbrar su propio camino. Así, ante la duda se levanta la voz: “mi creencia es fuerte, ciega y sin fundamento”; ante la desazón, el amor: “que no se enoje la felicidad, por considerarla mía”; ante la conformidad, el reto: “la vida, por larga que sea, siempre será corta”; ante la tortura y la barbarie, la inteligencia: “no hay mayor lujuria que el pensar”. Puede que este libro no contenga todos los poemas de Szymborska, pero su poesía, aun en un solo poema suelto, no podría llamarse de ningún modo incompleta.