Edwards fue uno de los primeros intelectuales latinoamericanos de primera fila que se distanció del proceso cubano. En 1971 llegó a La Habana con la importante misión de reanudar las relaciones diplomáticas entre Cuba y Chile, donde recién había asumido Salvador Allende. Tras tres meses debió partir, prácticamente expulsado por el régimen castrista. La experiencia quedó registrada en Persona Non Grata, su libro más exitoso y el que mayores dolores de cabeza le ha causado, desde amenazas físicas hasta acusaciones como la de Ariel Dorfman que lo tachó de «agente de la CIA».