En un país donde edición, censura y filisteísmo son sinónimos en pie de guerra contra la potencia lírica y crítica del lenguaje, eventos como el Estallido fueron una performance intransitiva en donde se expresaron todos los subjetivos de manera casi onírica. Pero de inmediato fueron sofocados por todo el espectro político, y su mención se agregó a la extensa lista negra de palabras intocables y tabúes que achican la calle como se dice en el lenguaje del hampa, que hacen el país más pequeño. Pero aquí se plantean soluciones y antídotos, extraídos de la textura del día a día, de las imágenes de sensualidad que tienen la calidez y suavidad de una bufanda de cachemira: la piedad del abrigo sobre la piel, la caricia.