“Cuando el movimiento de la Unidad Popular llegó al poder sobrevino
una convulsión de alegría. Este júbilo lo expresaban los obreros,
campesinos, empleados, intelectuales, etc., y era un fenómeno raro en
Chile, porque Chile era un país triste.
“Me acuerdo que teníamos la impresión de vivir en el centro de una
circunstancia nueva, excepcional, que nunca antes habíamos
experimentado. Millones de personas nos sumergimos en esta
aventura revolucionaria: fue un momento insospechado de
compromiso político sin condiciones, llenos de energía y confianza.”