"No es casual que el epígrafe de Cuernavaca sea la mirada de Malcolm Lowry a la paz y dulzura de la ciudad, como espejismo. Homenaje o recuerdo del autor de estos poemas al inolvidable drama que sucede bajo El Volcán. Sin embargo, el acercamiento de Sebastián Astorga a esta ciudad-selva no es el asombro ni la perplejidad sino el descubrimiento sensorial de un espacio distinto, bello y a la vez amenazante que puede coincidir con el agrado, la placidez o con la soledad, con el temor y hasta la paranoia, “… cómo traigo a mi mujer y a un hijo a nacer en la jungla”. Colores, aromas, sonidos –o ausencia de sonidos– marcan este lugar, “… la guayaba perfuma el jardín junto al limonero”; criaturas desconocidas traen augurios: “Un ave negra canta en tres lenguas/ Una bella, una horrible, una extraña”. En este bello libro de recuerdos-destellos en lenguaje tan vívido que nos hace leerlo y releerlo para estar allí, en esa extrañeza hermosa, sintiendo, oliendo, tocando, mirando, descifrando". Soledad Fariña