Ser a la vez el pez y la pecera, de Cristián Basso, es un libro de una extraña y preciosa intimidad. Pareciera invitarnos a la habitación en donde dos hombres sueñan juntos en una cama. Uno de ellos habla de Babel como si las otras lenguas hubiesen sido también otros cuerpos. Hay una nostalgia allí no solo de esas noches, sino de días llenos de luz que son los mismos poemas: versos que casi hacen palpar objetos e insectos en su delicado silencio o las texturas de frutas y piel en sus olores y sabor.