Hablar de derecho penal es hablar de prisión, y hablar de prisión es hablar de una aplicación deliberada de dolor, organizada desde el Estado y, normalmente, de mayor intensidad que los hechos que la provocaron, dirigida sobre todo a los sectores más vulnerables de la población. Por eso es fundamental pensar y regular el ejercicio del poder punitivo, reservando para los hechos de mayor gravedad la respuesta más violenta con que cuenta el Estado: la pena de prisión. Frente a los reclamos de algunos medios y parte de la dirigencia política, que se desentienden de la conictividad social y promueven más cárcel como única salida, este libro parte de la evidencia de que ningún sistema penal puede resolver de ese modo todos los conictos, por la sencilla razón de que resultaría impracticable.No se trata de sostener una posición que postule la impunidad ni de ignorar el universo de delitos, sino de poner en práctica vías alternativas para resolver casos de menor intensidad. Así, la conciliación