Esas cosas que no pueden nombrarse, dice Juan José Saer, el tiempo las ignora, como las sombras según Nino Morales, quien desciende en la memoria de lo cotidiano para escuchar palabras que amplían la visión, aún en tiempos de apocalipsis. El caminante puede ser un argonauta, que no deja de ver la ausencia de mitologías pues la propia ciudad se descubre en construcciones y ríos ocultos, que esparcen sus olores y quehaceres de sobrevivencia sin adjetivos que oculten su condición. Sin embargo, Pound deambula igualmente por Usuahia, bajo la Cruz del Sur. En este libro, las palabras son una forma de mirar, que siempre aquí se hace caminando, la ventana permite que el cetáceo que el observante tiene, viaje por el cielo.