?Colón murió convencido de haber llegado a Asia, a Cipango y a Mago, de haberse aproximado a Catay y descubierto las Indias por la espalda. El error de brújula de Colón y su resistencia a romper los esquemas de la simetría trina y pensar que podía un cuarto mundo, crearon el primer problema de identidad. Reconocidas las nuevas tierras como Indias, los conquistadores que siguieron al navegante obligaron a los naturales a llamarse indios. Así dejaron de ser abipón, amará, apache, araucano, auca, azteca, baya, botocudo, ciaguá, calchaquí, calchín, calpul, caluma, camahua, canaco, caracará, carcas, carajá, carapachay, carapacho, cariaco, caribe, cario, cataubas, cayapa, cayapo, cayeté, chaima, charca, charrúa, chibcha, chichimeco, chontal, chuchumeco, chuncho, cocama, comanche, coronda, gandul, guaraní iroqués, mapuche, maya, omagua, orejón, parpara, patagón, payagua, puelche, quechua, querando, quiche, quichua, siux, taino, tamanaco, tapuya, tolteca, tupi o yumbo. Así perdieron su identidad cultural y tribal, identificándose con el bárbaro: mismo nombre, mismo rostro, misma barbarie. Porque los indios nunca han existido en América, pero si en la imaginación del europeo. La identidad del indio no es otra cosa que una imagen impuesta. No es un nombre racial ni tribal; simplemente la designación del vencido.?