Tanizaki se sirve de la figura de Yaichi, un músico y masajista ciego,
para recrear el universo femenino, y siempre ignorado, del Japón
medieval. El ciego sirviente formará parte del séquito más íntimo de la
dama Okichi, esposa del señor Nagamasa, de quien se convertirá en su más
devoto admirador. La acompañará fielmente en los sinsabores de la vida,
en sus tragedias y en sus escasas alegrías, y será testigo directo de
acontecimientos claves de la historia japonesa a través de la vida de
Okichi y de sus tres hijas, todas ellas personajes históricos a la
sombra de los grandes hombres de su época. Tanizaki da voz a unas
mujeres (madres, esposas e hijas) que quedaron silenciadas y ocultas
tras el velo de la Historia.