¿Por qué lo bueno es bueno? Es la pregunta fundamental que solo un niño se hace. ¿Por qué lo bueno de antes no es lo bueno de ahora? Es la pregunta reiterada que algún despistado se hace. Como la ociosidad es la madre de todos los vicios, la ociosidad, que generosamente me acompaña, me llevó a reflexionar y plantearme la pregunta de por qué esta nueva época es así. Como no creo en dios, dejé a un lado la explicación de un designo divino, y como no creo en la finalidad de la historia como desarrollo del espíritu, dejé a un lado el evolucionismo espiritual. Entonces me fui a la cocina a preparar algo para comer y ahí encontré explicaciones más entretenidas sobre por qué cambian las orientaciones del comportamiento humano. Parece que algo tienen que ver las condiciones materiales de existencia, la forma en que se satisfacen las necesidades. No se crea que fue tan fácil, pero monté en la yegua porfiada, recogiendo la primera idea, que siempre es sincera, y tuve que estudiar un poco más seriamente el asunto, aunque no tanto como para hacerlo aburrido. Aferrado a esa primera idea y atento a los datos que pasaban por la ventana, esto fue suficiente para llenar varias páginas y hacer este texto. El lector, si lee, juzgará si se puede llamar a esta época La era de la farsa. Rodrigo Baño