En su búsqueda de ampliar los límites de lo posible, la ciencia está teñida de aventura, de debates acalorados y de pasiones encendidas. Sin embargo, en al aula parece todo lo contrario: árida, acartonada y desapasionada. O así la perciben muchos chicos y jóvenes que salen de la escuela sintiendo que se trata de un terreno aburrido, difícil o que no los convoca.