Así como la historia de Lissette Villa estremeció a todo un país, también fue el detonante de la investigación que acabó por transformarse en este libro: un testimonio coral, en el que puede apreciarse el dolor, la frustración y la violencia existente en los centros del Sename.
Niños, jóvenes, padres, tíos, sicólogos, profesores, cuidadores, administrativos, gendarmes y jueces nos relatan experiencias estremecedoras y brutales, pero también, a veces, se deja un espacio para la esperanza de que el Sename cambie.
Huellas imborrables es un libro durísimo y desolador, pero imprescindible para construir una sociedad más justa e inclusiva, una en la que instituciones como el Sename le den oportunidades de igualdad a quienes no fueron invitados a las bondades de la democracia.