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Hermida

Historia De Un Crimen

$44.000
9788494176708
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Testigo directo del golpe de Estado que el 2 de diciembre de 1851 protagonizó el presidente de la República francesa Luis Bonaparte, Victor Hugo escribió en Historia de un crimen, declaración de un testigo la crónica de las cuatro primeras jornadas que concluyeron de forma sangrienta con el aplastamiento de buena parte de la oposición en la Asamblea Nacional, de la que el escritor era miembro. Aunque el libro no se publicó hasta 1877, comenzó a redactarlo al día siguiente del golpe. Ese mismo día una veintena de diputados republicanos, entre ellos Victor Hugo, intentaron con poco éxito trasladar el espíritu revolucionario a los barrios populares de París. Finalmente, se levantaron unas setenta barricadas en el arrabal de Saint-Antoine y en los distritos del centro de la capital. Aquella tarde el número de insurrectos no pasaba apenas de mil o mil quinientos hombres. El día 4, alrededor de 30.000 soldados fueron desplegados en las zonas tomadas por los insurrectos. Los soldados de la división Canrobert abrieron fuego, provocando la matanza de entre cien y trescientas personas y centenares de heridos. Por la noche la mayor parte de los insurrectos fueron aplastados. El balance de estas jornadas en París ascendió a unas cuatrocientas personas asesinadas -hombres, mujeres, niños y ancianos-, y 184 heridos entre los soldados. Como señaló Karl Marx en El 18 Brumario de Luis Bonaparte, el golpe de Estado fue siempre la idea fija del sobrino de Napoleón. ?Hasta tal punto estaba poseído por ella, que la delataba y se le iba de la lengua a cada paso. Y era tan débil, que volvía a abandonarla también a cada paso?, comenta Marx. Pero ¿quién era Luis Bonaparte? Sorpresa: una reciente investigación del antropólogo y genetista Gerard Lucotte, realizada por encargo de la asociación El recuerdo Napoleónico, revela que no era el sobrino del emperador Napoleón, al menos no por parte de su padre. Esta revelación no habría sorprendido a Victor Hugo, que en su libro subraya que ni por su forma de ser ni por sus comportamientos se parecía a su tío. Para el escritor era un político ?de gran seriedad, agradable compañía, encerrado en sus pensamientos; sin impulsos, discreto, correcto, podía hablar suavemente de una carnicería que considerase necesaria, y se mostraba dispuesto a ordenar una matanza si lo creía conveniente para sus propósitos. Todo ello sin pasión y sin cólera?. A juicio de Marx, no era más que un aventurero al que le gustaba rodearse de individuos ?con equívocos medios de vida y de equívoca procedencia, vástagos degenerados y aventureros de la burguesía?.

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