Este primer poemario de Nina Moure, Errabunda, juega con el deambular, ese ir y venir, que a veces es real y otras solo metafórico; aunque no sepamos de primera hacia qué lugar nos llevará.
Quizás, donde el verso, aprendido de oficio, que es la única forma de aprenderlo, sale por la ciudad, corre, traspasa la noche, se fuga... o al encierro, al transitar caótico, pero hay una memoria que acompaña, porque los recuerdos deshabitados no abandonan.