Mientras viaja, porque viaja, un cronista lee, escribe, aprende, enseña, pero también se detiene a cuestionar su propia sombra: remontar la página y otear el paisaje es aquí una forma de abrir caminos de lectura y experiencia, siempre con la literatura y la infancia en la memoria. Roberto Conteras, ave migratoria, se posa sobre la critica, el ensayo, la autobiografía y la relectura constante de sus escrituras preferidas (Arlt, Onetti, Rojas, Piglia, Benjamin, Bolaño y Levrero) para hacer de la crónica literaria un espacio de indagación antes que un inventario de certezas.