En El mundo es redondo de Gertrude Stein, publicado por primera vez en 1939 con ilustraciones de Clement Hurd, las palabras generan una partitura, en la que ritmos, imaginación, cadencias y repeticiones se entrecruzan y cuestionan la experiencia de lectura de lo que reconocemos como un libro infantil. Fuera de las convenciones y la linealidad, la historia de Rose, protagonista del relato, se sumerge en el espacio abierto de la infancia, con toda su complejidad, humor y belleza. Es un libro que, leído en voz alta, remece por la intensidad de su lenguaje.