el autor evidencia que estamos ante dos desiertos que avanzan a una misma velocidad. uno que seca el planeta, con una rapidez que supera todas las predicciones, y otro que desertifica el alma, la comunidad y el sentido último del hombre. así, la democracia liberal está en crisis, las comunidades desaparecen y en el horizonte se perfila una sociedad tecnificada y deshumanizada.