Este es un poema de requiem por el amigo muerto Pablo Calvo, una alabanza llena de vida.
Eugenio Castillo Gil ni siquiera le permite bajar al hades, antes de eso lo eleva a los cielos, lo
engalana de sol, y a los lectores nos hace recordar, con ese acto, el verdadero origen de las
estrellas, luces que siempre nos acompañan.
Eugenio Castillo ha escrito un libro sencillo y solemne en el que las sonoridades de la
poesía popular reaparecen, interrumpen la elegía del pensamiento filosófico. Gracias a él
nos hacemos capaces de ver los ojos de su amigo, aun cuando no lo hayamos conocido.
¡Inmenso amor!
Joaquín Trujillo Silva