Claudia cursa el cuarto año de Astronomía cuando, en pleno Estallido social, unos perdigones la dejan ciega. Es como si toda la hostilidad del mundo la aplastara y como si el he- cho de que jamás volverá a escudriñar las estrellas fuera una condena a muerte inaceptable. A pesar de ello, decide no relegarse a su hogar materno en La Serena sino que permanecer en Santiago junto a Mariano, su abuelo, con quien ha vivido desde que comenzó su carrera universitaria. Mariano será quien mayormente esté junto a ella, levan- tándole el ánimo y acompañándola a toda clase de diligen- cias, sean judiciales, terapéuticas o de otra índole, mientras la convulsión continúa en las calles del país seguida de una pandemia que pareciera apagarla con sus largas y tediosas cuarentenas. Sin embargo, la historia no se queda atrapada en esos dos periodos, porque durante ellos, a pesar de los momentos trágicos, el diálogo que siempre han tenido abuelo y nieta se ha intensificado. Sin negar el estallido ni la peste del Covid 19 se los trasciende reviviendo otras etapas, personales y co- lectivas, que fortalecen la dinámica raíz que une a las distintas generaciones en un viejo sueño, incluidas las asperezas por alcanzarlo. Claudia y el abuelo lazarillo es ante todo una novela sobre la relación entre dos seres que luchan contra la adversidad y que, con mucha ternura y unas buenas dosis de humor, no se dejan abatir y apuestan por conseguir la resiliencia.