hasta el rayado del muro. Tiene épica, y hasta belleza a veces esa historia: llama a la Gran Literatura, a la poesía, al gran fresco social desplegado en los muros de las Grandes Alamedas, a la Marcha de los Siglos de un Victor Hugo.
Mas lo social, sabemos, tiene su propia lucha, y esta se nos entrega en una toma de conciencia permanente, que avanza y retrocede, invisible, que no salta a los ojos sino a la calle. Se resiste a ser escrita, incluso, y está llena de penurias más bien cotidian