Hoy, cuando el despliegue del dinero y las influencias han conseguido limitar severamente los
canales de expresión popular y nos han fatigado los oídos denigrando el trabajo de los
constituyentes, sólo nos queda nuestra convicción ética y nuestra palabra. A ellas apela el autor
para dar forma a su anhelo, que esperamos sea también el tuyo, de establecer vínculos
concretos con la práctica viva de liberación de los oprimidos.